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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Preocupaciones

La palabra de Dios dice en libro de Lucas 12:22-23
“No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que le vestido”.  
Las preocupaciones influyen en la circulación de la sangre, en el corazón, en las glándulas y en todo el sistema nervioso; perjudican la salud en gran manera. No conozco a nadie que haya muerto por exceso de trabajo, pero sí a muchas personas que no viven en paz a causa de las preocupaciones que tienen. Esta condición psicológica originada por los problemas deriva en somatizaciones como cuadros estrés y alteraciones en nuestro sistema circulatorio. Quisiéramos recordar lo que el Señor Jesús dijo al respecto:

“Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿ No valéis vosotros mucho más que las aves?  (Lucas 12:24).
Preocuparse es vano:
“¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aún lo que es menos, ¿por qué os afanáis por los demás?”  ( v.25-26).
Las preocupaciones demuestran incredulidad:
“Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuántos más a vosotros, hombres de poca fe?” (v.28)
Las preocupaciones son superfluas:
“Vosotros, pues, no os preocupéis... ni estéis en ansiosa inquietud... vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas” (v.29-30).
El miedo siempre tiene al yo como punto central; en cambio la fe se concentra en Dios. Cuando el Señor Jesús vivió aquí en la tierra, jamás se dejó dominar por las preocupaciones y el temor; nunca hizo algo precipitadamente; siempre hizo la voluntad de su Padre.

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