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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Oiga

Dice la palabra de Dios en el libro de Marcos 4:9
“El que tiene oídos para oír, oiga.”
Ciertos sonidos conocidos nos alertan de lo que debemos hacer: El sonido del reloj despertador anuncia que es hora de comenzar el día. El sonido del teléfono nos indica que debemos responder una llamada. El timbre de la casa anuncia la llegada de un visitante. Siempre estamos receptivos y a veces pendientes en exceso a oír este tipo de sonidos.

Sin embargo, es en el sonido del silencio que recibimos la guía más profunda del Espíritu Santo de Dios. Descansamos silenciosamente en un lugar tranquilo y cómodo. Respiramos, nos relajamos y nos armonizamos con esa guía especial que nos llega. Es importante oír la voz y el susurro del Espíritu Santo en nuestra vida.

Nuestra fe en la guía divina se expande no tiene limites y aumenta nuestra receptividad a ella. Las soluciones y las respuestas se vuelven claras como el cristal. Con este tiempo en oración reflexiva, edificamos discernimiento y confianza. Somos bendecidos a medida que nos  movemos bajo la cobertura de nuestro Dios Jesús.

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