Inicie su tiempo de oración reconociendo la presencia de Dios. Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe y que recompensa a los que le buscan”.
Después, confiese a Dios cualquier pecado cometido con palabras, pensamientos o acciones, así sus oraciones no tendrán estorbo.
Salmos 66:18 afirma: “Si en mi corazón hubiera yo mirado la iniquidad, el Señor no me habría escuchado”.
Puede dedicar tiempo a presentar sus necesidades especificas, Jesús las incluyo en el Padre nuestro cuando dijo: “ El pan nuestro de cada día dánoslo hoy” (Mateo 6:11)
Aproveche entonces, para hacer sus peticiones en el nombre de Jesús. Juan 16:24 nos enseña: “ Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”.
Determine dar a Dios su mejor tiempo y no es que le sobre, pues sin duda no le va a sobrar.
Hágalo plenamente convencido de que esta haciendo la mejor inversión, nada le abrirá puertas más grande cono su comunión con Dios, además guardara su vida de la tentación.
Mateo 26:41 advierte: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad esta dispuesto pero la carne es débil”. En la medida en que se familiarice en su hablar con Dios, incluirá a otras personas en sus oraciones, orando puede hacer mucho por ellas. Termine su tiempo devocional dando gracias a Dios por las bendiciones recibidas y por la obra en su vida.
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