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lunes, 10 de mayo de 2010

FE, LUEGO ALEGRIA

Es importante alcanzar grandes objetivos en la vida, pero más importante aun es disfrutar del proceso y cuando se alcanza la meta, poder ser feliz deleitándose en ella. Hay gente muy inteligente, grandes estrategas, pero cuando van en busca de concretar metas, lo hacen sin sabiduría (que no es lo mismo que inteligencia) y por eso, luchan por llegar a sus objetivos a cualquier precio; y cuando llegan a los mismos no pueden disfrutar de ello, pues, han dejado en el camino una larga lista de hechos de los cuales no se pueden enorgullecer.

Se puede ser exitoso y feliz al mismo tiempo, pero también se puede ser exitoso e infeliz. La razón es, porque sencillamente quien es exitoso es aquella persona que solamente ha llegado a la meta. Pero feliz es aquel que no solo llega a la meta sino que disfruta del proceso y es feliz cuando llega a cumbre.

Ejemplo de esto último es el Pueblo de Dios, Israel y de cómo tomó posesión de su herencia. Este hecho histórico habla de la hazaña de Moisés y el pueblo de Israel pero el relato no comienza precisamente con Moisés, sino con Abraham (Abram). Todo empieza con un llamado, una promesa y una visión expresada en Génesis 12:1-3.Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

¿Estás dispuesto a seguirle a Dios? ¿A dejar tu tierra, tu parentela y hasta tu casa por creer en el llamado que Dios te hizo? ¿Qué tan aferrado estás a Dios? o ¿Qué tan aferrado estás a tu propia vida?

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