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lunes, 29 de marzo de 2010

Prosperidad I

A menudo solemos pensar que la persona que tiene un importante sustento financiero está en mejores condiciones físicas, mentales y espirituales que la que no lo tiene dinero. Es casi normal creer esta afirmación, ya que en hoy en día, nadie puede vivir sin el dinero. Por lo tanto, la abundancia del mismo hace suponer una mejor calidad de vida, con mayores privilegios.

Las personas con un buen sustento financiero tiene seguros de vida, seguro médico, dos autos, una casa propia, están asociados a clubes sociales y hasta se dan el lujo de ir de vacaciones cada fin de año. Hasta aquí, no debería haber dudas de que la abundancia de dinero garantiza una mejor vida.

Sin embargo, la palabra de Dios dice en 1 Timoteo 6:10 "porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores".

Contraponiendo este versículo al estilo de vida anterior, vemos que el hecho de amar el dinero (o lo que trae consigo) es la raíz de muchos de los males que sufrimos. Tenga cuidado, no sea que el dinero o lo que se compra con dinero tomen el lugar que Dios debe tener en su corazón. Él quiere ser Dios de tus finanzas también.

No codicies el dinero. No digas "quiero ser millonario" u "ojalá tuviese más plata". Dios quiere bendecirte, pero primero quiere que le entregues tu corazón y cada área de tu vida, incluyendo tus finanzas. Esos recursos financieros y materiales llegarán como añadidura de tu obediencia y fe.

Lo que nos espera está en Colosenses 1:12-13 "con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado hijo”.

Como hijos de Dios, somos merecedores de una herencia y pasamos a participar de todos los beneficios de Reino de los cielos. Pero primero debemos invitarle a Jesús a que entre en nuestro corazón y se haga dueño y señor de nuestras vidas. Hoy estas a tiempo de hacerlo. No desaproveches esta oportunidad y la bendición material y espiritual de Dios va a sobreabundar en tu vida.

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