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martes, 23 de marzo de 2010

Gratitud ll

"Si te quejas por lo que no tienes y no agradeces lo que si tienes, es que no estás preparado para recibir más."

Ayer leimos los versículos que están en Lucas 17:11-19. Hicimos énfasis en el milagro de Jesús en la vida de 10 leprosos, pero cómo de estos 10, solo uno 1 volvió y le dió las gracias por el milagro.

En Lucas 17:16-19 dice: "y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado."

Mediante estas palabras podemos concluir que ante los ojos de Dios todos somos iguales. Dios no hace excepción de personas. Y estas afirmaciones tienen mucho más sustento cuando entendemos que los leprosos no se relacionaban con personas que no sean leprosas. Por la desfiguración que les ocacionaba su enfermedad y el contagio de la misma, ellos eran discriminados, desterrados y exiliados a vivir apartados de la sociedad.

Jesús hizo la diferencia y no los discriminó por su enfermedad. Él vino a romper los paradigmas de su época. Dios hoy está en medio nuestro, para que nosotros que somos sus representantes y desterremos toda indiferencia.

Los leprosos también iban con una campana, para que la gente se abriera, y no se acercara. Su enfermedad creaba una distancia entre las personas sanas y ellos. Dios nos ha llamado para que acortemos las distancias con los necesitados y que los amemos como a nosotros mismos.

Jesús no se desentendió de los leprosos e hizo el milagro. Él vino para dar vida y vida en abundancia para todos, para el enfermo, para el sano, para el rico, para el pobre, para las personas tez oscura o para los de tez clara. Todos estamos llamados a ser Hijos de Dios y el Padre no hace diferencia entre sus hijos.

Si usted está en la situación de los leprosos, enfermo en cualquier aspecto de su vida, ore para que Jesúcristo, mediante su Espíritu Santo lo sane, lo restaure y lo llene de su amor. Si usted no está enfermo, ni está pasando una necesidad, tenga misericordia de aquellos que sí lo están. No se desentienda de ellos y tenga gratitud a Dios.

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