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viernes, 11 de junio de 2010

LLORAR HACE BIEN ll

A veces pensamos que nuestra situación de pena, dolor, tristeza o enfermedad son más importantes que la misma vida. Todo lo contrario: la vida continúa y más aún si uno está firme en la roca, que es Cristo.

Se sorprendería si supiera cuánto usted puede soportar si Dios lo ayuda. La felicidad no es vivir sin dolor o heridas. La verdadera felicidad es aprender cómo vivir cada día, a pesar de todo el dolor y la pena. Es aprender a regocijarse en el Señor, sin importar lo que haya sucedido en el pasado.

Quizás usted se sienta rechazado o abandonado. Su fe puede haberse debilitado. Quizás piense que está de capa caída. En ocasiones, la tristeza, las lágrimas, el dolor y el vacío pueden absolverlo, pero Dios sigue en Su trono. ¡Él sigue siendo Dios!

Usted no se puede ayudar a sí mismo. No puede detener la pena y el dolor. Pero nuestro bendito Señor vendrá a usted. Y colocará su mano amorosa debajo de usted para levantarlo y sentarlo otra vez en los lugares celestiales. Él lo librará del temor a morir. Él le revelará su amor infinito.

¡Alce sus ojos! Aliéntese en el Señor. Dios quiere ayudarte a levantarte y afectar a tu generación

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