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martes, 9 de noviembre de 2010

Familia de Dios

"porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios."
Efesios 2:18-19

El ser humano nace y vive con una naturaleza pecaminosa. El pecado está en nosotros, en nuestros genes y en nuestro espíritu. Este se ha reproducido de generación en generación a lo largo de los siglos.

Sin embargo, con la obra redentora de Jesucristo, el ser humano volvió a encontrar el nexo que lo unía al Padre, su Creador. Ese nexo es precisamente el Hijo de Dios, Jesús. Él mismo dijo que es el camino, la verdad y la vida y que nadie va al Padre si no es por él.

Al invitarle a Jesucristo a nuestro corazón y recibir su perdón, inmediatamente dejamos de ser extranjeros o forasteros en el reino de los cielos. A partir de ese momento somos ciudadanos con identidad propia en Cristo Jesús.

También dice la palabra que pasamos a ser miembros de la familia de Dios. Si hoy quieres pasar de muerte a vida, de pecado a santidad, de las tinieblas a la luz, entonces toma la decisión de invitarle a Cristo a tu vida. Inmediatamente serás parte de esta gran familia.

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