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martes, 23 de febrero de 2010

No os engañéis II

La Palabra de Dios dice en GalataS 6:7 "No os engañéis; Dios no puede ser burlado, Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará."
Es extraordinario poder entender que esta es una ley natural y tambien espiritual que se cumple con rigor en nuestras vidas. Y se cumplen inexorablemente.
La palabra utiliza la expresión “todo”. Esto significa que no hay excepción, es un absoluto. Es imposible pensar en una vida sin tomar decisiones rápidas, según la naturaleza de la misma, pero la gran diferencia es que si primero le consultamos al Señor por medio de Jesucristo y estamos atento a su voz, las consecuencias serán de bendición.
Llevando al campo natural, si sembramos una naranja, vamos a cosechar naranja, no manzanas. Si continuamente estamos en pecado, lo que vamos a cosechar es una vida desordenada. Si nuestra relación con Dios es contínua, amena y motivada por su el poder de Espíritu Santo, entonces vamos a cosechar el fruto de este último. Ese fruto se manifestará en nuestras vidas: amor, gozo, paz, paciencia.
Debemos recordar que nada podemos ocultarle a Dios. No hay detalle que se le escape al Señor. Por lo tanto debemos ser concientes de que nuestras acciones tienen una consecuencia en la eternidad.
Las leyes espirituales son tanto para los creyentes y no creyentes en Dios. Si hasta hoy no conocías esta ley, es tiempo que examines tu vida. Comienza a sembrar tiempo con Dios y en el momento de la cosecha verás cuán buenos resultados trajo esa siembra.

lunes, 22 de febrero de 2010

No os engañéis

La Palabra de Dios dice en Galatas 6:7 "No os engañéis; Dios no puede ser burlado."
A diario tomamos decisiones o tenemos pensamientos que nos llevan a comportarnos de una determinada manera. En muchos casos, al tomar esas decisiones, no pensamos en las consecuencias que pueden acarrear a corto, mediano o largo plazo en nuestra vida y en el futuro.
Estas decisiones que ejecutamos, muchas veces la hacemos de forma unilateral, sin la comunicación con nadie ni con nada. Otras veces las hacemos en silencio, en secreto, ocultadamente para que nadie lo sepa, o en nuestro afán de ser los "dueños de nuestras decisiones". Esto ocurre cuando nuestra mente es una calderas de pensamientos engañosos y de mentira.
La palabra de Dios nos advierte: "no os engañéis", y Él sabe por qué dice esto: No podemos ocultarle cosas a Dios. Ni lo bueno, ni lo malo que hay en nosotros. En Marcos 4:22 dice "Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz".
Ocultándole cosas a Dios, solo dañamos la relación con Él. Alejándonos del Creador, nos distanciamos de todo lo bueno. Las consecuencias pueden ser nefastas: descuidamos la familia, tomamos decisiones que comprometen la estabilidad personal y familiar, y tambien hacemos daños a otras personas totalmente inocentes.
Debemos entender que como hijos de Dios somos templo del Espíritu Santo. No podemos esconder pecado en el templo de Dios. No podemos ocultarle nada.
Si hasta hoy creiste que podías ocultarle cosas al Señor, es tiempo de que seas sincero con Él. Confiésale las cosas ocultas de tu corazón, entrégale en sus manos tus problemas y Él se encargará de todo.